martes, 7 de junio de 2011

Sopas con honda




Hoy pocos se acuerdan de que el pop no fue un invento norteamericano sino británico, no sólo en lo musical, donde ha dado sus mejores resultados, sino también en lo plástico. Se creó en Londres en 1956, cuando el Independent Group organizó, en el Instituto de Arte Contemporáneo, la famosa exposición titulada Esto es mañana, cuyo cartel, realizado por el artista Richard Hamilton, era un collage con el título ¿Qué es lo que hace que las casas de hoy sean tan diferentes, tan atractivas?. En primer término, aparecía un musculoso muchacho, un culturista, con un chupachups entre los brazos con la inscripción POP, que acabaría dando nombre al movimiento. Richard Hamilton exigiría al nuevo arte, como toda aquella primera hornada de young british artists, “popularidad, efimeridad, prescindibilidad, ingenio, cachondeo, atractivo y malabarismo mecánico”, una reivindicación que coincidía en lo esencial con la cualidades que, justo un siglo antes, Baudelaire señalaría para el pintor en la vida moderna: “Lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente”. Sin embargo, para el poeta francés, lo actual, lo efímero, el gusto por lo transitorio y fugaz, la necesidad de lo inaudito y lo nunca visto como cualidades de la modernidad sólo constituirían “la mitad del arte”. La otra mitad, diría, “es lo eterno y lo inmutable”, y en esto los artistas pop británicos dan sopas con honda a sus descreídos colegas norteamericanos, más ocupados en el desmantelamiento de las convenciones artísticas (Catálogo de la exposición Helena Toraño. Pop, Sala Borrón, Oviedo, enero-febrero de 2010).

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